Desde la Plaza de San Pedro, el papa Francisco recordó cuando Jesús de Nazaret dijo “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”
El papa Francisco apuntó hoy que “pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos”, al igual que el respeto de las leyes “justas” de los Estados, durante el rezo del Ángelus dominical desde la ventana del Palacio Apostólico.
“Pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado. Al mismo tiempo, es necesario afirmar la primacía de Dios en la vida humana y en la historia, respetando el derecho de Dios sobre todo lo que le pertenece”, dijo.
El pontífice reflexionó de este modo ante los fieles que atendían sus palabras desde la plaza de San Pedro al comentar el Evangelio y el pasaje en el que Jesús de Nazaret es preguntado por sus detractores si era lícito pagar el tributo al César.
Jesús, al ver la efigie del emperador en una moneda, respondió “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
“En esta sentencia no solo se encuentra el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa, sino que de ella también emergen orientaciones claras para la misión de los creyentes de todos los tiempos, incluidos nosotros hoy”, refirió el papa.
Tras el rezo del Ángelus el papa tuvo palabras de ánimo para los dieciocho tripulantes de dos pesqueros italianos retenidos en Libia desde el pasado 2 de septiembre porque entrar sin permiso supuestamente en aguas territoriales de ese país.
El pontífice además aseguró que reza para que las negociaciones internacionales permitan pacificar el país magrebí, sumido en la guerra, el caos y las pugnas por el poder desde la caída del dictador Muamar el Gadafi en 2011.
“Hermanos y hermanas, ha llegado la hora de parar toda forma de hostilidad y de favorecer un diálogo que lleve a la paz, a la estabilidad y a la unidad del país”, invitó Bergoglio.
Por otro lado Francisco celebró la “muy esperada” liberación del misionero Pier Luigi Maccalli, secuestrado hace dos años en Níger, y prometió su oración por los catequistas perseguidos en varias partes del mundo.