Además la televisora local de Coahuila extorsionaban y amenazaban a ciudadanos, empresarios y funcionarios con los videos que obtenían de sus cámaras en las calles, hasta que supuestamente las donaron al Gobierno, “teatro” que armaron para que no descubrieran las autoridades federales su relación con el narco.
El helicóptero, incluso relatan los propios trabajadores, lo ponían a disposición del jefe de la plaza del crimen organizado para, sobrevolar la ciudad y revisar rutas de escape y venta.
En 2008, el director Editorial de
Vanguardia envió una carta en la que pedía a RCG retirar una de las camaras instaladas frente a su periódico.
“En razón de lo anterior, y en defensa de la seguridad del personal que labora en Vanguardia, la de nuestros clientes, la de mi familia y la mía propia, así como del derecho a la confidencialidad de nuestras fuentes periodísticas, le solicito respetuosamente sea retirada la cámara que con esta fecha fue colocada por personal de su empresa en la esquina que forman el bulevar Venustiano Carranza y la calle Chiapas, en la colonia República, y en cuyo radio de influencia se encuentran las instalaciones de nuestro rotativo”.
La respuesta no se hizo esperar y en voz de uno de sus conductores advirtieron al director del periódico local que tenían imágenes comprometedoras de él.
El presidente de RCG negó los señalamientos de su colega y en una misiva afirmó: “… que el uso de las cámaras urbanas no tiene como objetivo específico exhibir, denigrar, degradar, chantajear, espiar y mucho menos amenazar a ningún ciudadano, institución o bienes que les pertenezcan”.
Que no se nos olviden las relaciones obscuras de “El Gigante de Coahuila”.
