Jack Johnson, promotor del proyecto de ley, jura que su único propósito es “proteger” a los más jóvenes
Washington, Estados Unidos. Los conservadores estadounidenses, en primera línea de las “guerras culturales” que se han apoderado del país en cuestiones de género y educación, se han adentrado en un nuevo campo de batalla: los espectáculos de drags, que consideran demasiado sexualizados.
Su batalla se libra en el frente legislativo, pero también en manifestaciones, algunas veces violentas.
En el centro de la protesta están las “Drag Queen Story Hour”, lecturas para niños con un concepto bastante simple. El único rasgo original es que los narradores son artistas -a menudo de género masculino- que adoptan códigos exagerados de feminidad utilizando pelucas, vestidos brillantes, tacones de aguja y maquillaje.
La idea dista mucho de ser incongruente en un país en el que esta práctica se ha generalizado, en parte gracias al éxito del concurso televisivo “RuPaul’s Drag Race”.
“Drag Queen Story Hour”, puesto en marcha en 2015 en San Francisco, es sin embargo la pesadilla de la derecha, que lo considera, en el mejor de los casos, activismo y, en el peor, un espectáculo de carácter sexual, peligroso para la “inocencia de los niños”.
Este desacuerdo está a punto de convertirse en ley. La semana pasada, los legisladores de Tennessee aprobaron un proyecto de ley muy controvertido que restringiría severamente las actuaciones drag en lugares públicos o delante de niños.
El senador republicano local Jack Johnson, promotor del proyecto de ley, jura que su único propósito es “proteger” a los más jóvenes.
“Algunos espectáculos, películas y lugares no están pensados para niños”, declaró en un comunicado.
Si la ley es firmada por el gobernador, será la primera de esta ofensiva republicana contra los espectáculos de drag que finalmente se apruebe. Pero probablemente no será la última.
Texas, Kansas o Arizona… en más de una decena de estados, legisladores han propuesto textos similares.
“Fabuloso”
Blaine Conzatti, quien participó en la redacción de una ley sobre drag queens presentada el lunes en Idaho, está convencido de que estos espectáculos son necesariamente “de naturaleza sexual”.
Entran en la misma categoría que los “clubes de striptease” o la “pornografía”, aseguró a la AFP Conzatti, presidente del grupo cristiano Idaho Family Policy Center.
Conzatti es consciente de que forma parte de un movimiento nacional, que en su opinión se debe a la popularización de estos eventos.
“Hace diez años, ningún padre habría imaginado ver un espectáculo drag en público con niños presentes”, afirma.
Jonathan Hamilt, director de “Drag Queen Story Hour”, considera que aunque el drag “tiene sus orígenes en la vida nocturna queer”, tiene “muchos niveles” para diferentes edades.
Hamilt fue la primera drag queen que participó en lecturas en Nueva York. “Cuando voy de drag, me siento más extrovertida, más divertida, más valiente”, lo que “mejora la historia”, cuenta a la AFP.
“Y a los niños les encanta lo fabuloso y exagerado”.
Insultos y amenazas
La oposición a los espectáculos de drags a veces toma un cariz violento. En 2022, la organización de derechos LGBT+ GLAAD registró 141 protestas o amenazas contra los espectáculos de drags.
El grupo de extrema derecha “Proud Boys” ataca regularmente estos eventos, enviando incluso manifestantes armados para intimidar a los espectadores, como ocurrió en Ohio en diciembre.
A mediados de febrero, miembros del grupo, encapuchados, gritaron insultos homófobos a los padres que entraban en una biblioteca de los suburbios de Washington, según los medios de comunicación.
En Nueva York, San Francisco y Texas se repiten las mismas escenas. Y, en respuesta, las contramanifestaciones se están generalizando.
El pasado fin de semana, en Washington, manifestantes con paraguas arcoíris se apostaron a la entrada de una biblioteca, formando una colorida fila para proteger a los participantes que habían acudido a escuchar a las drag queens.
Equipados con altavoces, hicieron sonar éxitos de Disney de “El Rey León” y “Encanto”. Era una forma de recordarles que, para ellos, estos actos deben seguir siendo, ante todo, cosa de niños.