El gobierno de López Obrador no ha establecido alguna estrategia dedicada a la asistencia humanitaria básica.
Los últimos días han sido especialmente complejos y severos para migrantes y solicitantes de refugio en tránsito por México y para los propios mexicanos.
La finalización en la aplicación del conocido Título 42 por las autoridades migratorias de Estados Unidos, que permitió la expulsión inmediata de quienes arribaran a su frontera usando el argumento de la pandemia, generó todo tipo de especulaciones y, sobre todo, justificó la implementación de fortalecidas iniciativas de control sobre la movilidad irregular que han resultado gravosas y violatorias de derechos. Si bien se abrieron alternativas para el ingreso regular a Estados Unidos, importantes sin duda, al final el resultado tiene por objetivo más la exclusión y menos la protección.
La especulación más visible de la coyuntura fue el anunciado incremento del flujo de personas arribando a la frontera estadounidense, motivado por la finalización del Título 42 el pasado 11 de mayo. Como esa disposición había sido la herramienta más utilizada para el rechazo de migrantes, se estimó que su conclusión motivaría números sin precedente de personas en movimiento. Dichas oleadas humanas no ocurrieron como se preveía, lo cual tiene explicación por las medidas de restricción migratoria que se implementaron semanas antes.
Al finalizar el año 2022 y al inicio de 2023 los controles migratorios de Estados Unidos se enfocaron sobre la enorme movilidad procedente de Venezuela, Cuba y Nicaragua, además de Haití, estableciendo su inelegibilidad para la solicitar refugio en la frontera sur estadounidense y, como compensación, la posibilidad de acordar una entrevista para el ingreso por razones humanitarias mediante una aplicación remota (CBP One). Se anunció una meta de hasta 30 mil autorizaciones por mes utilizando este procedimiento. Ante la penalización del arribo irregular para esas nacionalidades, que incluía su retorno inmediato a México –que nuevamente tuvo un posicionamiento condescendiente con Estados Unidos–, la movilidad de nacionales de estos países declinó drásticamente en los primeros meses del año (salvo el flujo haitiano, que esencialmente ha continuado).