Mientras un avión de hélice zumbaba el jueves hacia la frontera entre Estados Unidos y México para cruzarla ilegalmente, agentes estadounidenses corrieron a su encuentro en un pequeño aeródromo municipal cerca de El Paso, Texas, y arrestaron a dos hombres que formaban parte de la realeza del narcotráfico mexicano.
El hijo del antiguo capo del Cártel de Sinaloa Joaquín “El Chapo” Guzmán, encarcelado, planeaba entregarse al aterrizar. El otro pasajero, el legendario traficante septuagenario Ismael “El Mayo” Zambada, no. Fue engañado por el hombre más joven para que subiera al avión, según dos funcionarios y dos exfuncionarios de Estados Unidos familiarizados con la situación.
La detención de Zambada se produjo después de largas conversaciones de rendición entre las autoridades estadounidenses y el hijo de “El Chapo”, Joaquín Guzmán López, dijeron las fuentes.
Pero muchos funcionarios estadounidenses habían perdido la esperanza de que Joaquín se entregara, y se vieron sorprendidos cuando envió un mensaje de última hora en el que decía que llegaría con un capo al que las autoridades estadounidenses llevaban persiguiendo cuatro décadas.
“El Mayo fue la guinda del pastel”, dijo un funcionario estadounidense, que declinó ser identificado porque no estaba autorizado a hablar públicamente sobre las detenciones. “No se esperaba en absoluto”.
Guzmán López había convencido a Zambada para que subiera al avión diciéndole que volaban para ver propiedades inmobiliarias en el norte de México, según los dos funcionarios y un exfuncionario estadounidenses.
La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional (HSI), las dos agencias que llevaron a cabo la operación, desplazaron a los agentes de sus oficinas locales de El Paso y llegaron al aeropuerto justo cuando el avión privado estaba aterrizando, según una quinta fuente, un funcionario estadounidense que declinó dar más detalles sobre las detenciones.
Un trabajador del Aeropuerto Internacional del Condado de Doña Ana, cerca de El Paso, dijo a Reuters que vio un avión Beechcraft King Air aterrizar el jueves por la tarde en la pista, donde ya esperaban agentes federales.
“Dos individuos bajaron del avión… y fueron detenidos de forma calmada”, dijo el hombre, que se negó a compartir su nombre por temor a su seguridad.
La inesperada detención de “El Mayo”, de unos 70 años, y la forma en que parece haber sido traicionado por Guzmán López, de unos 38, ha sacudido el mundo del narcotráfico mexicano, desatando temores de una sangrienta fisura en el Cártel de Sinaloa entre las dos familias que controlan las mayores bases de poder del grupo.
Zambada está acusado de ser uno de los traficantes más importantes de la historia de México, al haber cofundado el Cártel de Sinaloa con “El Chapo” Guzmán, quien fue extraditado a Estados Unidos en 2017 y cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad en Colorado.
Reuters no pudo determinar por qué Guzmán López traicionó al socio de larga data de su padre, aunque los cuatro funcionarios y exfuncionarios dijeron que probablemente se debió a su deseo de obtener un acuerdo de culpabilidad más favorable de las autoridades estadounidenses y ayudar a su hermano, Ovidio, quien fue arrestado y extraditado a Estados Unidos en 2023.
Las autoridades de Estados Unidos han convertido a los jefes del narcotráfico en objetivos clave, llegando a menudo a acuerdos con ellos a cambio de información que conduzca a la captura de otras figuras de alto rango de los cárteles.
La comunicación entre funcionarios estadounidenses y Guzmán López se llevó a cabo a través de abogados, dijo el primer funcionario. Jeffrey Lichtman, que representa a ambos hermanos Guzmán, declinó hacer comentarios.
Zambada, en una silla de ruedas, se declaró no culpable el viernes en un tribunal de Texas de los cargos de narcotráfico, incluyendo empresa criminal continua, conspiración de importación de narcóticos y lavado de dinero. Su abogado, Frank Pérez, dijo que su cliente no llegó a Estados Unidos voluntariamente.
Guzmán López deberá comparecer ante un tribunal la próxima semana en Chicago, donde fue acusado por primera vez de narcotráfico hace unos seis años.
Él es uno de los cuatro hijos de “El Chapo” -conocidos como “Los Chapitos”- que heredaron la facción del cártel de su padre. Joaquín y Ovidio tienen la misma madre, mientras que los otros dos hermanos, Iván y Jesús Alfredo, son fruto del primer matrimonio de “El Chapo”.
En los últimos años, los hermanos se han visto sometidos a una feroz presión por parte de las autoridades estadounidenses, que los han convertido en sus principales objetivos en la lucha contra el narcotráfico, presentándolos a ellos y al cártel de Sinaloa como los mayores traficantes de fentanilo en Estados Unidos.
Las sobredosis de esa droga se han disparado hasta convertirse en la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años.
Ray Donovan, un exalto cargo de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA), afirmó que las derrotas sufridas por los principales jefes del Cártel de Sinaloa en los últimos tiempos se deben principalmente a su adopción del fentanilo, que ha subido puestos en la agenda política de Washington a medida que aumentan las muertes en las calles del país.
El viernes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, celebró las detenciones y prometió seguir combatiendo “el azote del fentanilo”.
Nueva generación de narcos
Los hijos de “El Chapo” son conocidos por ser más violentos y exaltados que Zambada, quien tenía fama de ser un astuto operador al que le gustaba permanecer en las sombras. Guzmán López también era considerado menos importante que sus otros tres hermanos.
Las autoridades estadounidenses ofrecían una recompensa de 15 millones de dólares por la captura de Zambada, cofundador del cártel de Sinaloa a finales de la década de 1980 con “El Chapo”. Por la cabeza de Guzmán López había una recompensa de cinco millones de dólares.
El primer funcionario estadounidense advirtió que todavía hay muchas preguntas sin respuesta sobre cómo o por qué Zambada, un jefe de cartel extremadamente prudente y experimentado, terminó en el avión.
La secretaria mexicana de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, dijo que México fue informado de las detenciones por el gobierno estadounidense, pero que las autoridades mexicanas no participaron en la operación.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, ha adoptado un enfoque cauteloso para hacer frente a los poderosos cárteles, frenando la cooperación en materia de seguridad con las autoridades estadounidenses por temor a que la anterior estrategia bilateral de perseguir a los poderosos capos estuviera desencadenando más violencia a nivel nacional.
En octubre de 2019, el ejército mexicano detuvo a Ovidio, pero se vio obligado a liberarlo después de que cientos de integrantes del Cártel de Sinaloa bloquearan carreteras y se enfrentaran a tiros con soldados mientras sitiaban la ciudad Culiacán, capital de Sinaloa.
Los militares volvieron a detener a Ovidio en enero de 2023 y fue extraditado en septiembre del año pasado.
Matthew Allen, exagente especial a cargo de la división de Arizona de la HSI que construyó acusaciones contra Guzmán López y otras figuras del Cártel de Sinaloa, dijo que tanto Zambada como Guzmán López habían tenido conversaciones periódicas con funcionarios estadounidenses sobre entregarse a lo largo de los años.
Allen, que mantiene contacto regular con antiguos colegas del HSI, dijo que muchos traficantes, especialmente los de la generación más joven, se dan cuenta de que entregarse, cumplir algún tiempo en la cárcel y luego gastar su riqueza es una mejor opción que arriesgarse a morir a manos de rivales en México o a ser capturados por las autoridades, lo que puede llevar a penas de prisión de por vida. A algunos informantes se les permite entrar en programas de protección de testigos.