Los religiosos señalaron que comunidades de Chiapas, como Chicomuselo, Comalapa, Amatenango, Jaltenango, Bejucal de Ocampo, Siltepec y Motozintla, se convirtieron en campos de batalla.
Obispos de Guatemala y Chiapas han hecho un llamado urgente a los grupos del crimen organizado que operan en el sur de México para que detengan la violencia que afecta gravemente a las comunidades de Chiapas, provocando el desplazamiento forzado de miles de personas.
Los obispos de San Marcos y Huehuetenango, Guatemala, junto con los de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y la Pastoral de la Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), emitieron una carta pública exigiendo el cese de la violencia y la desarticulación de los grupos criminales responsables.
En el documento, los religiosos señalaron que varias comunidades chiapanecas, como Chicomuselo, Comalapa, Amatenango, Jaltenango, Bejucal de Ocampo, Siltepec y Motozintla, se convirtieron en campos de batalla debido a la disputa territorial entre grupos criminales, lo que ha generado un ambiente de terror y obligado a la población a huir para salvar sus vidas.
Desde la #CiudadDePanamá, en una carta inédita #Obispos de #Chiapas y #Guatemala piden la "desarticulación y desarme de los grupos" que asolan al estado. #BernabéSagastume de la #Diócesis de #SanMarcos #Guatemala, el cardenal #ÁlvaroRamazzini de Diócesis de #Huehuetenango,… pic.twitter.com/35voAs9qiI
— Gabriela Coutiño (@GabyCoutino) August 21, 2024
Los obispos denunciaron que las familias de estas regiones están siendo utilizadas como escudos humanos en un conflicto que describen como una “guerra interesada en la que el pueblo no tiene parte”.
El mensaje también subrayó la falta de acción por parte de los gobiernos en todos los niveles para abordar la violencia y sus causas de raíz.
Además, los obispos advirtieron sobre los graves riesgos que enfrentan las comunidades ante las elecciones extraordinarias programadas para el 25 de agosto en varias localidades de Chiapas, destacando que no existen condiciones de seguridad para llevarlas a cabo.
Los líderes religiosos finalizaron su comunicado exigiendo a los actores violentos que detengan sus acciones y recordando que los seres humanos no deben ser tratados como objetos desechables.
