El día de hoy nos topamos con una triste noticia, la muerte a los 67 años del gran y virtuoso baterista de Rush, Neil Peart, tras luchar por un buen tiempo contra un cáncer cerebral. Mucho se ha hablado del enorme legado que dejó a lo largo de casi cuatro décadas de carrera, en ese tiempo se convirtió en uno de los percusionistas más importantes de la historia. Y no lo decimos a la ligera, pues siempre (tanto en grabación como en vivo) demostró por qué todo el mundo lo tenía en ese concepto.
Neil Peart comenzó a tocar la batería en los 60, influenciado por el hard rock de aquella época y sobre todo por dos de las bestias detrás de los tambores que marcaron a toda una generación: John Bonham de Led Zeppelin y Keith Moon de The Who. Así que en un inicio, su técnica al igual que ellos se basaba en pegarle con potencia y energía a la bataca, algo que jamás perdió a la hora de tocar pero que después maduró para transformarlo en su sello característico.
Dejando de lado un poco el punch, Neil comenzó a explorar y en el camino forjó un estilo muy particular, inspirándose y tomando prestado técnicas del jazz y el big band, sobre todo de músicos como Gene Krupa y Buddy Rich, añadiéndole precisión y el manejo casi perfecto de los tiempos a su técnica. Desde entonces decidió hacer algunos cambios en su set para poder conseguir el sonido que quería.
El primero y quizá más importante es que dejó de utilizar las baquetas de la manera convencional, y empezó a tocarlas al revés para producir un mayor impacto y sonoridad en los tambores. Otra de las cosas que convirtieron a Neil en un baterista único fue el género que adoptó Rush, enfocado en el creciente rock progresivo durante los 70, es por eso que su técnica cambia dependiendo de las canciones, convirtiéndolo así en un músico sumamente versátil.
Pearl se ha distinguido por su enorme habilidad para cambiar de compases y tiempos a diestra y siniestra, la ejecución en patrones cruzados, la posibilidad de tocar como ambidiestro, su dominio tanto de tonos como de intensidad en los golpes y sobre todo, la enorme creatividad que tenía para sacarle provecho a todo lo que tenía a la mano, desde timbales, gongs y marimba hasta a los controladores digitales.
Más allá de ser un excelente baterista, Neil también era muy bueno para escribir, tanto así que se ganó el puesto como el compositor lírico oficial de Rush. Las temáticas que tocaba Peart eran sumamente ricas, pues tomaba inspiración en la filosofía, la ciencia ficción, la libertad de conciencia, el humanismo y hasta la fantasía para sus canciones, que enriquecieron por completo el concepto de la banda.
Neil fue el primero de todos los bateristas en usar un set 360 –pa’ pronto, que alrededor de el había tambores y platillos–. Y no, no solo los llevaba a todos los conciertos para farolear y mostrar todos sus bebés, sino que sacaba todos los sonidos que había en ellos para demostrar el virtuosismo que poseía. Incluso era invitado a programas de televisión como el de David Letterman sin sus demás compañeros de banda para que se echara algunos solos. Si no nos creen, chequen este video:
No solo sus propios colegas de la época lo halagaron, como el gran Stewart Copeland de The Police, sino que también influenció a grandes bateristas, entre ellos Mike Portnoy de Dream Theater, Dave Grohl, Taylor Hawkins de los Foo Fighters, Josh Freese y muchos más que al escucharlo decidieron que lo único que querían era tomar las baquetas, sentarse detrás del bombo y comenzar a imitar (o tratar de sacar) las rolas que Neil Peart compuso junto a Rush. Se nos fue un verdadero gigante de la batería, una enorme pérdida para el mundo de la música.