Fatiga o debilidad muscular y dificultad para dormir son las consecuencias más comunes.
Aunque información sobre el COVID-19 fluye de manera constante, el conocimiento sobre esta enfermedad sigue siendo poco, incluidas sus consecuencias, mismas que debido a estudios se van detallando cada vez más, como el que se realizó en Wuhan, epicentro de la pandemia que hoy azota al mundo.
Un estudio publicado en la revista británica The Lancet, en el que participaron mil 733 personas dadas de alta por COVID-19 entre el 7 de enero y el 29 e mayo del 2020, reveló que el 76% de los pacientes seguían presentando al menos un tipo de problema físico o mentales incluso después de seis meses.
De acuerdo a la revista, a este estudio se le dio un seguimiento del 16 de junio al 3 de septiembre de 2020, el 52% de los pacientes eran hombres y la media de edad fue de 57 años.
Los resultados arrojaron que, tras recuperarse del coronavirus, el 63% de los casos estudiados presentaba fatiga o debilidad muscular, mientras el que el 26% tuvo dificultades para dormir. Estas dos consecuencias fueron las más comunes, aunque no las únicas, pues el 23% de las personas también padecían ansiedad o depresión.
Por su parte, las personas que sufrieron el COVID-19 de forma más agresiva, medio año después de su diagnóstico inicial en el hospital, sus funciones de difusión pulmonar están gravemente deterioradas y presentan manifestaciones anormales en imágenes de tórax.
“Nuestros análisis indician que la mayoría de los pacientes continúan viviendo con al menos algunos de los aefectos del virus después de salir del hospital. Destaca la necesidad de atención después del alta, en particular para aquellos que experimentan infecciones graves”, parte del grupo de investigación.
La investigación también ayudó a detectar que los anticuerpos neutralizantes disminuye con el paso del tiempo, por lo que existe una preocupación de una reinfección en las personas recuperadas.
Este estudio es el más grande y con mayor duración de su tipo que se ha realizado hasta el momento en pacientes adultos y destaca la urgencia de hacer un seguimiento a largo plazo sobre los síntomas persistentes en las personas dadas de alta, además de buscar controlar el riesgo de una reinfección.