Políticos israelíes y palestinos cruzaron acusaciones y llamaron a detener la incitación y la violencia en Jerusalén, que aún no ha dejado muertos
Una semana de violencia entre israelíes y palestinos en Jerusalén alcanzó esta madrugada su punto de ebullición, con graves incidentes en la Puerta de Damasco, la principal entrada a la Ciudad Vieja de Jerusalén, y un notable aumento de los ataques entre jóvenes de uno y otro lado.
La urbe, habituada a la violencia, respira este viernes una tensión que hacía mucho no sentía y que se percibe claramente en el odio que late en las redes sociales, en las que este viernes se mantuvo la tendencia de difundir vídeos de ataques mutuos entre israelíes y palestinos.
Se percibe también en las camas de hospitales ocupadas por los heridos y en las comisarias en las que permanecen los detenidos, y sobre todo en la enorme presencia policial en la Ciudad Vieja y alrededores, en Jerusalén Este ocupado, coincidiendo con el viernes de rezo musulmán y en plena celebración del mes sagrado de Ramadán.
En las calles del centro, además, el olor del agua sucia disparada anoche por los cañones para dispersar a los manifestantes se mantiene como huella de los intensos enfrentamientos.
Los incidentes, que algunos catalogaron como los más graves en Jerusalén en más de cinco años, consistieron de varias horas de incesante violencia, concentrada principalmente en las inmediaciones de la Ciudad Vieja y protagonizada no solo por palestinos y la Policía israelí sino también por jóvenes judíos ultraderechistas.
La presencia de estos grupos extremistas israelíes, que si bien planeaban enfrentarse con los palestinos no lograron llegar a la Puerta de Damasco, fue el disparador de la tensa jornada.
El saldo fue de más de 120 heridos y más de 50 detenidos, y lo que comenzó con choques entre manifestantes y las fuerzas de seguridad derivó en múltiples enfrentamientos aislados entre jóvenes palestinos e israelíes, incluyendo linchamientos.
Desde antes de la medianoche el sonido de las incesantes granadas aturdidoras utilizadas por la Policía marcó el ritmo de los enfrentamientos, durante los cuales tanto palestinos como israelíes lanzaron piedras y otros objetos contundentes contra las fuerzas de seguridad, que registraron 20 oficiales heridos y respondieron con vehemencia.
Posteriormente, la Policía montada a caballo se encargó de abrirse paso entre los dos grupos, separados por tan solo unos 100 metros y que, tras horas de resistir la potencia y el insoportable olor de los cañones de agua sucia, se fueron dispersando hacia otras partes de la urbe, donde la violencia tomó la forma de actos vandálicos, con pedradas a automóviles, quema de contenedores y enfrentamientos entre pequeños grupos de individuos.
Esta peligrosa serie de incidentes comenzó hace diez días, cuando la Policía israelí cercó las escalinatas de la Puerta de Damasco en ocasión del Ramadán e impidió que los palestinos y familias lleven a cabo sus tradicionales reuniones nocturnas durante el mes sagrado musulmán.
Esto enfureció a los residentes palestinos y desencadenó enfrentamientos diarios entre jóvenes de Jerusalén Este, que intentaron congregarse igualmente, y fuerzas de seguridad israelíes, que utilizaron medios antidisturbios para dispersarlos.
Esos altercados se extendieron en ocasiones a transeúntes judíos que pasaban por el lugar y que fueron atacados por jóvenes palestinos.
Simultáneamente, en otras partes de la ciudad, tuvieron lugar más ataques de palestinos contra israelíes, muchos de los cuales fueron difundidos a través de la red social TikTok y utilizados por los grupos ultraderechistas para convocar a sus miembros a “defender el honor judío“.
Así, durante varias noches, jóvenes religiosos israelíes recorrieron las calles de Jerusalén en manada, gritando “muerte a los árabes” y golpeando a cuanto palestino se cruzaran en su camino.
Esto sucedió nuevamente esta madrugada, cuando tras no lograr su cometido de enfrentarse con los manifestantes palestinos, la enfurecida multitud de adolescentes judíos se dirigió al centro de la parte occidental de la ciudad en busca de trabajadores árabes a los que golpear.
Ante este clima, políticos israelíes y palestinos cruzaron acusaciones y llamaron a detener la incitación y la violencia, que hasta ahora no ha causado muertos ni heridos graves, pero que trae oscuros recuerdos a la ciudad, que vive desde hace años en una tensa calma con una mecha muy corta.