Pese al Covid-19 los menores de 18 años se las ingenian para organizar “Reus” o fiestas privadas en las que además de olvidar las medidas sanitarias para evitar contagios, lo que sobra es el alcohol, pero… ¿Cómo lo consiguen?
Pues resulta que además de burlar a sus padres y a los adultos que se supone vigilan las reuniones, los jóvenes que aún ni el bachillerato terminan engañan a los operadores de aplicaciones como Rappi para comprar bebidas embriagantes que en negocios formales les sería imposible obtener por no cumplir aún con la mayoría de edad.
Si bien las multiverticales como Rappi, se ha han vuelto indispensables para aquellos que no pueden salir, que no traen vehículos o que simplemente prefieren evitar la fatiga de ir a la tienda, no exigen identificación oficial y es posible falsear los datos al ofrecerte la oportunidad de pagar en efectivo.
Rappi se ha enfrentado a críticas por su trato a empleados de diferentes países. Los mensajeros sin salarios fijos, ni seguridad social ganan según los servicios que realicen por lo que igual con una buena propina tampoco comprueban que sus clientes tengan la mayoría de edad al entregar los pedidos de alcohol.
En días pasados se dio un importante brote entre algunos alumnos del Zaragoza que fueron a un “Reu”. Estudiantes del Freinet, del Americano, IESS y otros colegios privados han dejado atrás la cuarentena y cada fin de semana buscan reunirse en diferentes casas para beber hasta quedar sin conciencia.
La llamada “generación de cristal” exige siempre un si, pero tal parece que los que se vuelven de cristal son los padres.
